Una muestra para armar

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Un hilo negro enredado recorre el piso del museo. Enganchado en las patas de una mesa, pasa por un atril, sigue por el piso, hasta los pies de una escalera: aquella que se subirá y bajará varias veces a lo largo del recorrido –o no-. Es que la dirección en Rayuela: una muestra para armar, la elige el visitante, del mismo modo que el lector en la novela que inspira esta exposición.

Señalados con números en el piso y las paredes, las distintas postas de este juego-viaje-laberinto se distribuyen por los tres pisos del Museo del libro y de la lengua. La idea es que el visitante pase por todas, siguiendo sus propias ganas, la disposición del espacio o el orden del tablero que se le otorga en la entrada. Las distintas impresiones que deje esta muestra en cada persona dependerán en gran medida del recorrido elegido, pero también de su propio vínculo con la novela y el autor. Se trata de una experiencia que ha de ser más impactante cuanto más fresca se tenga la Rayuela en la memoria, ya sea porque se leyó hace poco tiempo, ya porque se es un erudito cortazariano. En ese caso, la visita es no sólo recomendable por lo recreativo sino también por los elementos que agrega para comprender y completar la lectura de esta obra que se abre en varias direcciones, que se resiste a cerrarse en una única interpretación, que invita a ser releída en distintos momentos de la vida.

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El motivo de los hilos se repite en el subsuelo, donde una frase escrita en la pared se oculta tras una maraña de varios colores: De dónde le vendría la costumbre de andar siempre con piolines en los bolsillos, de juntar hilos de colores y meterlos entre las páginas de los libros (…). La cita de Oliveira refiere a La Maga, la que todas quieren ser y todos quieren tener. Pero, una vez más, la relación entre el lector y los personajes de esta novela, se escapa a la posibilidad de ser representada. En el juego de “Armá a La Maga”, en el que se propone a partir de distintas opciones de peinado, atuendo, y fisonomía armar un avatar del personaje, yo no encontré a Mi Maga. Y dudo sinceramente que alguien encuentre a la suya. ¿La Maga? ¿La que nada en ríos metafísicos, como una golondrina en el aire? Si fuera un dibujo, de ninguna manera sería uno de ese tipo –tan de videojuego-.

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Por último, o primero –nuevamente según lo que elija cada quién- en el tercer piso, el centro se desplaza de Rayuela a su autor. Hay citas de Julio en las paredes, primeras ediciones de sus libros en los atriles, fotos suyas en el centro, y de tanto en tanto, se escucha su voz, recitando algún fragmento de su obra. Allí, la muestra deja de ser interactiva y dinámica y se vuelve una exposición más tradicional. Pero no es un cambio que se lamente, tal es la magia y genialidad de este autor que interpela, envuelve y desafía.

Habrá postas mejores y peores, habrá mejores y peores recorridos -para tomar algo de responsabilidad en todo esto-, pero lo que no habrá es persona que se vaya de esta muestra sin ganas –acuciantes, irresistibles- de releer Rayuela. Evohé! Evohé!

Rayuela: Una muestra para armar

Hasta Noviembre 2014

Museo del libro y de la lengua, de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno

Av.Las Heras 2555, CABA

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