Venganza, pobreza y etnicidad en Pandillas de Nueva York

Pasaron muchos años desde que Martin Scorsese estrenó Gangs Of New York (Pandillas de Nueva York, para nosotros). El prestigioso director utiliza la venganza como principal motor de este proyecto que nos remonta a la segunda mitad del siglo XIX. Si bien tuvo en mente esta película por mucho tiempo, fue recién 20 años más tarde que tuvo la oportunidad de llevarla a cabo. Después de que el majestuoso Robert De Niro le recomendara a Leonardo DiCaprio ya a principios de los ’90, Scorsese no dudó en darle protagonismo en este film. DiCaprio, quien siempre admiró al cineasta, no dejó pasar la oportunidad y comenzaron a filmar a principios del 2000.
Se trató de retratar la experiencia de varias generaciones de inmigrantes llegados a América quienes, con un ambiente desfavorable, buscaban encontrar una oportunidad de vida.

Las historias de los gangsters y marginados encontraron su origen en los Five Points neoyorquinos, uno de los lugares más peligrosos de la época. No está demás decir que la película se rodó en Roma, perfecta locación para Scorsese. Fue así que se ahorró tener que manipular digitalmente el material.
Tras un largo rodaje y una larga edición (Scorsese aseguró que tenía más de 5 horas de film), la película salió a la luz a fines del 2002.

Ambientada entre los años 1840 y 1860, sigue la historia de Amsterdam Vallon (Leonardo DiCaprio), un joven inmigrante irlandés cuyo padre fue asesinado por Bill “El Carnicero” Cutting (Daniel Day-Lewis). Acompañado por Jenny Everdeane (Cameron Diaz), Amsterdam utiliza todos sus recursos para acercarse al carnicero y así lograr su venganza.
La trama puede ser un poco pochoclera, al igual que algunos aspectos jocosos y paródicos que aparecen a lo largo del film. Los escenarios, la dirección de arte y los vestuarios son impecables desde donde se mire. Tanto esmero en cuidar cada detalle se hace notar.  Además, el estilo visual del director logra exprimir la belleza y excentricidad de los escenarios puestos en acción. Y es imposible dejar de mencionar al mejor actor de toda la película (y posiblemente uno de los mejores de toda la generación): Daniel Day-Lewis. Se mete en la piel del personaje y, en mi opinión, es gracias a él que toda la historia toma color. Paradójicamente, el papel había sido para Robert DeNiro en principio, pero éste se negó a filmar fuera de Nueva York. DiCaprio está muy bien en el rol de justiciero y las escenas con Day-Lewis son imperdibles. A su vez, Cameron Diaz interpreta muy bien su personaje de ladrona empedernida, diferente a todo lo que hizo a lo largo de su carrera.

La película es llevadera y tiene el desenvolvimiento perfecto que entrelaza lo épico y lo grotesco. Es realmente una buena opción si buscamos originalidad, pasión, suspenso y acción. El público puede percibir la mugre, el sudor y la sangre de los personajes como si fuera en carne propia. Es un subibaja de emociones que siempre es divertido recorrer durante un film de este calibre.