La vida con Swing

swing

Todos los viernes en Teatro Mandril los años 30 reviven de la mano del swing. La pista se llena de alumnos que quieren aprender a bailarlo. Aunque puede parecer difícil al principio, después de algunos enredos y tropezones se logra sacar el paso básico, y ahí va, sin pensarlo ¡uno ya está bailando! Es divertido, y la experiencia de cada bailarín muy diversa, ya que uno se puede encontrar con compañeros de baile que tienen una, dos, o ninguna clase previa.

Lo maravilloso de todo esto es el tipo de encuentro que se genera. Puede parecer una obviedad pero este baile es algo para compartir con el otro, los otros, con los que se baila. Si bien el swing puede bailarse solo, es esencialmente un baile en pareja y para quienes no solemos practicarlo con asiduidad, genera un extrañamiento desautomatizador. Es muy placentero encontrarse en un paso sincopado con el otro, dejarse llevar por el ritmo de la música, tomar la mano del compañero, entrar en contacto con su cuerpo y sus movimientos.

Como si fuera una historia en cascada, a la vez que bailo con el otro, bailamos todos juntos. La disposición y cantidad de hombres o mujeres que va ese día hace que la clase funcione con una determinada dinámica de rotación de parejas. Cuando son más las mujeres estás rotan a la derecha, cuando son más los hombres son estos los que rotan. Por lo que todos bailan con alguien y todos bailamos al mismo tiempo, en el mismo espacio.

Después de la clase suele tocar alguna orquesta de jazz, como por ejemplo los muchachos de la “Orquesta Inestable” o la “Caoba Jazz Band”. Y, hay que decirlo, en estos tiempos de música mecánica es una experiencia de lujo, para no perderse, bailar con los músicos tocando de fondo.

En ese momento de la noche aparecen en escena los aficionados. Gran momento gran para verlos brillar. Hay quienes bailan con un estilo más aeróbico y quienes lo hacen con un estilo más estilizado. Los pies se mueven rápido, con la gracia que aún nos falta, los vuelos de las polleras se ponen a prueba, todo se vuelve blanco y negro, es como estar en un salón de baile de antaño.

La luz es tenue, el clima amistoso y el ritmo lúdico, saltarín, se impregna con una inusitada rapidez en el cuerpo y es inevitable seguir la música con alguna parte del cuerpo, pie, cabeza o manos se mueven al son de la banda.
El dato de color; hay un ritual muy peculiar para aquellos aficionados que cumplen años. El cumpleañero en cuestión se tiene que ubicar en el medio de la pista y los demás lo sacan a bailar continuamente, sin parar, no puede abandonar el ritmo en ningún momento. Se arman verdaderas competencias por ser el primero en sacar al homenajeado.

No resta más que decir; active, baile para divertirse, para aprender algo nuevo, para expresarse, para conocer gente, para acercarse de una manera distinta, para sacudir esa energía viva dormida por la rutina. Todos somos potenciales bailarines, por la in-formación que ya traemos en el cuerpo o porque podemos aprenderla. No tiene excusas ¡vaya y después me cuenta!


Lo importante entonces…

Teatro Mandril. Humberto Primo 2758 y Jujuy

Las clases son todos los viernes y arrancan a las 23hs, tienen un costo de $50 y están abiertas a todo público curioso.

Las orquestas que suenan:

http://laorquestainestable.bandcamp.com/album/la-orquesta-inestable

http://caobajazzband.blogspot.com.ar/

Cerveza barata: $35 la regular o Artesanal $50

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