Aquellos Patanes de Cerdos & Peces

SanTelmo

Es la primera vez que camino por estas calles de San Telmo y siento un dejo de nostalgia, recuerdos de cosas que nunca viví. Las luces dejando su brillo en los adoquines del boulevard de la calle Caseros, los pintorescos edificios reciclados, una luna llena posando justo sobre la sombra del Parque Lezama. Quizá sean memorias de descripciones literarias, o quizá así me imaginé los relatos del viejo Symms que hablaban del eterno café El Británico, “el último bastión de un tipo de hombre que está por extinguirse”[1].

Son las siete de la tarde, me espera un elegante arribo a la cita que tenía pautada a las siete y media en El Británico, hay tiempo de sobra para sentarme y formular las últimas preguntas para la entrevista. Pero al abrir la puerta del café, Ricardo Ragendorfer ya está sentado en su mesa, aquella contra la ventana que da a la calle Defensa.

Ricardo formó parte de aquella particular redacción de Cerdos & Peces por el ’85. Primero ingresó en El Porteño, revista que albergaba a Cerdos & Peces como sección, quedando esta última en independencia cuando Gabriel Levinas decidió ofrecerla para que continuara como cooperativa. “A partir de ahí se separan. Existía un fluir de personajes entre ambas revistas, pero a medida que pasó el tiempo ese flujo se fue cortando. Por un lado estaba la Cerdos & Peces, y por otro estaba El Porteño. Yo recorría esos dos mundos, muy cómodo en ambos. Aunque después de transitar El Porteño, cuando me levantaba al día siguiente lo hacía de una manera menos dificultosa que cuando volvía de la Cerdos, pero eso es otra historia”, recuerda Ricardo.

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Las historias que se desplegaban en Cerdos & Peces son realmente anecdóticas, Ricardo evoca en su relato momentos vividos junto a sus colegas y amigos Jorge Di Paola, Miguel Briante, Fernando Almirón; o los primeros hechos que le despertaron el interés en el periodismo de policiales, como aquel encuentro con Amílcar Romero en La Razón. Sin embargo prefiero hacer un paso hacia atrás, y escuchar un poco de la historia del Ricardo Ragendorfer más novato, aquel que se encontraba viviendo en México cuando Daniel Passarella levantaba la copa del mundial ’78.

“En esa época tenía 26 años, una cosa así. Me había llamado la atención que a uno en Estados Unidos le habían hecho un trasplante, pero le habían puesto un corazón mecánico, el Jarvik 7. A mí me había impresionado mucho una conferencia de prensa que el doctor Jarvik, a la sazón de la creación de ese adminículo, mostró a su paciente en pleno post operatorio ante un nutrido grupo de periodistas, quien estaba unido a través de un cable a una enorme consola. Entonces, haciendo girar una perilla que parecía una perilla del volumen de un equipo de música, le aceleraba las palpitaciones a medida que el pobre hombre comenzaba a jadear”, narra Ricardo.

“Tal cosa me había parecido una monstruosidad. Entonces decidí escribir una nota que se llamó ‘Frankestein tiene penas del corazón’. Heart-Lung-Y yo en esa época puchereaba escribiendo notas en diversos lados; en algún house organ de alguna empresa, en una revista de cine que se editaba para el mercado de compra de importación de películas en casete. Y no eran las revistas más adecuadas para publicar eso. Entonces lo llamé a Symms, a quien había conocido casualmente un tiempo antes, y le dije: ‘Mirá, tengo esta nota’”.

Las notas que se esbozaban en la Cerdos & Peces fueron tomando un curso diferente al que venía presentando el periodismo de esa época. El ingreso a la democracia significaba el retorno a un mundo olvidado, hacían falta nuevas propuestas e ideas renovadoras. Éste fue el sello que distinguió a las redacciones de El Porteño y Cerdos & Peces:

“De algún modo contribuyeron en algunas peculiaridades al periodismo argentino, y por otro lado fue un semillero de periodistas para bien y para mal. Que se yo, en esa época había gente muy valiosa que terminó siendo absolutamente pelotuda, y había gente pelotuda que hizo aportes valiosos al periodismo. Nos parecía interesante ese lugar para trabajar. Fundamentalmente porque el país estaba entrando en democracia. Al principio el porteño fue una revista de la transición. Los primeros números del porteño salieron como una curiosidad periodística que tenían en su tapa notas de, que se yo, los pueblos originarios y cosas por el estilo. De pronto hay un golpe de efecto, que es cuando durante la guerra de las Malvinas se publica en El Porteño una entrevista de Oriana Fallaci a Galtieri. Un reportaje que da la vuelta al mundo. Ahí se consolida como revista y su ingreso al mundo del periodismo político”.

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“Se trabajaba muy seriamente creyendo que lo nuestro era súper influyente, cosa que no lo era. De algún modo, ya en sus primeros tiempos, el perfil de ese producto o el periodismo que estaba haciendo yo, se empezaba a bifurcar entre El Porteño y Cerdos & Peces, que eran dos mundos distintos. En el primero había gente muy politizada, y algunos de ellos con ambiciones personales, con deseos de hacer carrera dentro del periodismo y ser reconocidos como tal; y en la Cerdos & Peces, la ambición más humilde era ser como Rimbaud”.

Desde su lugar como redactor, Ricardo comenzó a introducirse en el periodismo de investigación. De pibe se devoraba los policiales de los diarios y las novelas negras. De grande, se dio cuenta que los policiales eran un territorio periodístico en el cual se podía explorar más que en otros géneros la cuestión de la historia en sí misma, a través de nuevos recursos de escritura.

“Yo me había mudado acá a San Telmo. Y muchos vecinos míos se dedicaban a tareas algo reñidas con la ley. Y a mí me fascinaban los relatos y las historias de vida de esos pibes, de esa gente. Al punto que mi primera nota policial, que la publiqué en El Porteño, se llamaba “De profesión, delincuentes”. Que eran testimonios de una mechera, un chorro de caño, un dealer y un estafador. Y estaban intercalados, separados entre sí por estrofas de un poema alusivo de Gonzales Tuñón”.

A partir de este primer acercamiento, comenzó a hacer “Vidas Ejemplares”, historias de pistoleros generalmente de la época de oro de la delincuencia argentina, los ’50, ’60, como Pichona Finestra o Villarino.001Portada-9 - copia

Hubo un evidente interés de los periodistas que conformaron aquel equipo en tocar temas que habían sido decapitados durante la dictadura militar del ’76. Si se hiciera una comparación entre la intencionalidad de la finalidad periodística de la prensa gráfica actual y la de Cerdos & Peces, podríamos decir que en la actualidad se busca informar algo que el lector desconoce porque no está presente en el lugar de los hechos. En Cerdos & Peces se intentaba revelar una realidad ante los ojos de un sitio completamente cegado.

‘’Sí, ya de por sí, el acto develar es una palabra clave en esta historia porque creo que Walsh definió al periodismo de investigación como develar lo oculto. A lo largo de todas las épocas creo que hubo una constelación de intencionalidades con respecto al sentido periodístico. ¿Cuál es el sentido del periodismo? Informar. Es informar cuál va a ser el clima de mañana, cuánto hizo en los entrenamientos el favorito que va a correr en la sexta carrera de Palermo. La posibilidad de que aciertes es tan azarosa como acertar un diagnóstico político. En mi caso personal las veces que me enganché con una historia, precisamente fue porque me ofrecía el siguiente enigma: no saber a dónde me iba a llevar. En ese sentido la nota, el artículo, no es sino el informe de una aventura”, comienza el análisis Ricardo.ricardo-ragendorfer

Y continúa: “La pregunta sería: para quién uno escribe, no tanto si uno quiere informar, uno cuando labura hace lo que puede, a veces se informa, a veces se confunde, a veces desagrada, a veces agrada, pero ¿para quién escribe? Vos tenés más o menos planificado lo que vas a escribir, pero llega un momento en que la escritura te empieza a dominar, la voz de la historia sobre la cual estás escribiendo te va dictando algunas cosas que no tenías previstas, alguien decía que uno escribe para uno, como es fumar un faso, el humo es para vos y la ceniza es la que se publica. En ese sentido dicen, que yo no sé si estoy absolutamente de acuerdo con eso, pero no me acuerdo quien decía, puede ser que Walter Benjamin, que la obra es la caja mortuoria de la creación, y de algún modo sí, porque es donde se congela esa historia”.

Era un interés que no partía exclusivamente desde la edición, sino que cada integrante de la revista sentía una especial motivación por develar aquello que se había vuelto prohibido. Bajo esta línea, las notas de Cerdos & Peces contuvieron un sentido artístico y un formato literario.

“Hace unos meses en un negocio donde venden libros y revistas viejas, me encuentro con una colección de El Porteño. Lo primero q me impresionó es que los números de otras revistas valían cincuenta pesos, los de El Porteño quinientos.El Porteño Eso ya de por sí era una especie de chiste del destino, que una revista que se hizo en condiciones tan precarias valga quince veces más que una revista en la que había un aparato editorial con toda la guita y tecnología de punta…pero bueno, fue alucinante porque me encontré con notas que había escrito de las que ni me acordaba, y de algún modo, tantos años después de esa revista que supo ser tan trasgresora, ahora me daba la impresión de tener entre mis manos una “Billiken dark”, con todo el respeto y con todo el cariño, igual que los Sex Pistols, ahora son una especie de “Parchís dark”. En esa época era muy convulsivo, pero ahora miro con ternura, lejos de horrorizarme, pero tampoco me creo las cosas que yo escribí en ese momento, no es porque me haya hecho más conservador sino porque me parecían cosas muy infantiles. Había cosas muy divertidas, por ejemplo me acuerdo que estábamos cerrando y vemos que teníamos una página en blanco. Hicimos un manifiesto antipapa, convocamos una marcha, la marcha de pronto se hizo y hubo una represión atroz. Recuerdo que yo estaba en un bar con Symms, estaba totalmente azorado por esa circunstancia’’, recuerda risueño Ricardo.

Hay algo que Ricardo y El Británico tienen en común. ‘’Pienso que tal vez hayamos sido la última generación de periodistas que se formaron en las redacciones”, dice Ricardo con un tango de fondo. Ambos son vestigios de una especie que parece tener su curso destinado al ocaso. Son elementos literarios filtrados en la modernidad. Ocultan mucho más de lo que exponen de sí mismos, y sólo les permiten el ingreso a los auténticos buscadores, arqueólogos de historias.

‘’Y sí, tal vez el reemplazo de las computadoras por las Remington haya causado este aluvión de burócratas del periodismo –reflexiona nostálgico Ricardo–, pero es cierto, las redacciones eran distintas, la relación entre los compañeros era distinta, entre Crítica y un diario de ahora existe la misma diferencia que hay entre el viejo café Los Angelitos y el Starbucks’’.Bar El Británico

[1] http://goo.gl/2xKp5k

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